miércoles, 28 de noviembre de 2007


¿Cómo podríamos definir al buen maestro? Yo diría que es aquel que tiene las siguientes
cualidades: vocación, sensibilidad, capacidad de empatía, autocontrol, autoconfianza,
cultura y creatividad.
A la vocación se llega por la comprensión cabal de lo que es educar; el interés por los
fines de la educación y por coadyuvar a su mejoría; sabiendo que educando me educo a mí
mismo y que no se trata solamente de “una manera de ganarme la vida”.
La sensibilidad la manifiesta el buen maestro estando en armonía con las necesidades de
sus educandos; entendiendo sus problemas (poniéndose en su lugar o en el de sus padres);
siendo receptivo a sus mensajes (de tristeza o de alegría); emocionándose con sus logros y
preocupándose por sus adversidades.
La capacidad de empatía la expresa el educador estableciendo lazos de amistad sincera
con sus alumnos, lo cual no se puede lograr si adopta posturas de autosuficiencia, de
disciplina autoritaria, actitudes hostiles, atemorizantes, o negligentes hacia los niños o
jóvenes que le plantean retos más difíciles.

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